FERNANDO G. MANCHA
“El viejo cocinero” (o Cécile y las estrellas”) es una historia entrañable y humana, muy positiva, en la que dos personas, distantes en todo (menos en el espacio), distantes en edad, en experiencias, pensamientos y filosofía, formación cultural, etc. se acercan saltando todas las barreras imaginarias y crean una hermosísima amistad. Cécile (la de la eterna sonrisa) es una joven estudiante de 14 años, demasiado madura para su edad y con una sensibilidad muy especial. Tiene una peculiaridad que habréis de descubrir poco a poco que acentúa aún más si cabe su excepcional personalidad. Sus pasatiempos preferidos son la lectura, el dibujo, las estrellas (a las que su padre, Jean-Paul, enseñó a observar) y comerse el pan que Anne, su madre, cocina para ella. Marcel (el de los ojos eternos) es un viejo cocinero de 82 años, profundamente abatido tras la reciente muerte de su esposa Juliette, por la que sentía un amor excepcional. Cuando Cécile y Marcel se conocen, algo mágico surge, un nosequé que dará un impulso tremendo a sus respectivas existencias. Los lectores coinciden en afirmar que se necesitan historias como ésta que te devuelven la fe en el ser humano. Es, sencillamente, un canto a la vida.
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