miércoles, 27 de abril de 2016

EL PERDÓN SANA Y LIBERA

CHARLA SOBRE  EL PODER SANADOR DEL PERDÓN Y LA FUERZA DEL PENSAMIENTO




                  
EL PERDÓN.
Esta es, sin duda alguna, la asignatura más difícil de nuestras vidas. Ejercitar el perdón es harto complicado cuando percibimos que el daño recibido es irreparable. No obstante, incluso en esas circunstancias, es posible perdonar. Es algo que debemos hacer por el bien de nuestra salud emocional y física, ya que el rencor es un lastre que nos amarga la existencia y nos impide vivir en armonía. El rencor está muy unido al miedo, pero el perdón libera y sana nuestros temores.
Personalmente, estaba convencida de que había perdonado de corazón a mi padre y, en general, todos los asuntos relacionados con las adversidades de mi niñez. Sin embargo, a raíz de la enfermedad y muerte de mi padre, me di cuenta de que solo lo había perdonado intelectualmente. Había dicho interiormente “te perdono” para después enterrar el pasado en el olvido.

Finalmente, comprendí que, para perdonar, no basta con decirlo, lo que verdaderamente sana las heridas de nuestra memoria consciente e inconsciente es sentir y experimentar el perdón en lo más profundo de nuestro ser, para ponerlo en práctica. El perdón va siempre de la mano de la reconciliación con la memoria, a través de la sanación de los recuerdos dolorosos. Una de las cosas que he descubierto es que, para que el perdón sea profundo y sanador, es imprescindible comprender las razones, los porqués de las acciones que tanto daño nos causaron. Sabemos que hemos perdonado cuando sentimos compasión infinita por quien nos causó sufrimiento y declaramos su inocencia y recordamos sin dolor.

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